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El Museo que alimenta con tomates a Nueva York. Historias de pandemia.

  • Foto del escritor: Jamás.Dije
    Jamás.Dije
  • 23 may 2020
  • 3 Min. de lectura

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Los museos alimentan, de eso no me queda la menor duda… aunque siempre pensé que sólo nos referíamos al alma, al espíritu, a las ganas de conocer más y mejor, sin embargo la pandemia (y muy particularmente la batalla que Nueva York han enfrentado ante el coronavirus) ha replanteados la historias: el Museo Salomon Guggenheim entrega cada semana 3 mil tomates cultivados como parte de una de sus exposiciones.


En su artículo para The New York Times, The Museum Is Closed, but Its Tomato Man Soldiers On, la periodista Elizabeth A. Harris recorre los espacios del gigante y blanco recinto para enfrentarse la revaloración del arte desde el corazón de la exhibición Countryside, The Future, misma que fuese inaugurada el pasado mes de febrero y se planteaba su cierre el 14 de agosto del 2020.


En la imagen, retomada del facebook del museo, se puede observar la fachada exterior con la sección (en rojo) dedicada al cultivo.

A lo largo de su charla con David Litvin, encargado del proyecto de cosecha, Harris también explora cómo museos de la gran manzana han abierto para apoyar de la mejor manera posible, entre ellos el Museo de Brooklyn que ofreció su cocina para que otra empresa preparara alimentos a aquellos profesionales de la salud que se encuentran en la primera fila de la pandemia.

PERO, ¿CÓMO EMPEZÓ ESTA HISTORIA?

“En la última década, me di cuenta de que, si bien gran parte de nuestras energías e inteligencia se han centrado en las áreas urbanas del mundo, el campo ha cambiado drásticamente bajo la influencia del calentamiento global, la economía de mercado, las compañías tecnológicas estadounidenses. Esta historia es en gran parte no contada", explica el arquitecto Rem Koolhaass, creador y colaborador de Countryside, The Future.

Desde esta perspectiva, la propuesta buscaba no sólo exponer cómo la urbanización no ha respetado el espacio del campo sino hacer conciencia de aquella mitad de la población que aún se mantiene en entornos rurales con un distanciamiento importante del mundo tecnológico-social y a la sombra de las etiquetas que los citadinos les imponen.


Sin embargo, el campo, la vida natural, el desarrollo de respeto a la tierra, vino a sobreponerse de nueva cuenta y a expresarle a esa sociedad tan avanzada que es capaz de nacer y renacer a la mitad de cualquier crisis, pandemia o edificio lujoso. Es el campo, que con sus tomates da vida y comparte esperanza a una ciudad golpeada por la tragedia.


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Cada miércoles un camión transportador recoge los tomates y los distribuye. Foto: Museo Guggenheim (Facebook).

La exposición comienza como termina el libro que lo acompaña: con un tapiz de preguntas (...) que simultáneamente declaran la minuciosidad de la investigación y una curiosidad aún no saciada por el campo.La declaración no es arrogancia, es un desafío para todos nosotros", puntualiza Troy Conrad Therrien, Curador de Arquitectura e Iniciativas Digitales en el Museo Guggenheim.

Además del contenedor de cultivo, sellado y preparado con luces LED para el cuidado de los tomates, la estructura con vista a la famosa Quinta Avenida neoyorkina se acompaña de un tractor de alta tecnología utilizado en la agricultura industrial.


En el interior del museo se pueden disfrutar de heno objetos propios de la vida del campo, un mapa que señala los alcances del proyecto y, por supuesto, el ensayo de su creador, el arquitecto Koolhaas.


Countryside, The Future, tras la pandemia ha redefinido sus preguntas y hoy nos plantea una gran incógnita: ¿qué estamos dispuestos a hacer para asegurar que este mundo siga su curso? ¿Podremos ser los tomates que sobreviven en la mitad del caos?





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